China se ha convertido en uno de los mercados de referencia para el
sector alimentario a nivel mundial. Y para España constituye una gran
oportunidad para aumentar sus exportaciones
Luis González Vaqué
Presidente de China-European Union Food Law
Working Party
El formidable crecimiento
económico experimentado por China en los últimos 20 años ha incrementado
notablemente el poder adquisitivo de centenares de millones de consumidores.
Según una estadística recientemente publicada, una empleada de hogar que en el año
2008 cobraba 8 RMB (renmibi) por hora, hoy en día gana 20. Se calcula que la
renta disponible de la población aumenta cada año un promedio del 10 por
ciento.
Nos referimos a un fenómeno
que todavía se está produciendo y que con toda probabilidad se prolongará a
corto y medio plazo, por supuesto, con sus fluctuaciones, pues la economía es
aún más variable y cambiante cuando los países desarrollados se hallan inmersos
en una crisis cuyo final no acaba de llegar. La consecuencia de este sostenido crecimiento
es la mejora del nivel de vida de sectores muy amplios de la población china,
lo que a su vez conlleva un incremento cuantitativo y cualitativo del consumo
alimentario.
Centenares de millones de
personas pueden satisfacer hoy en día su necesidad de alimentos en una medida
mucho mayor respecto al pasado: si en 1960 un ciudadano chino disponía -de
media- de 1.700 kcal al día, la cifra en 2009 se elevaba ya a un promedio de
3.036. Un desarrollo de tales proporciones constituye, sin duda alguna, una
gran oportunidad de comerciar y, de hecho, China se ha convertido en uno de los
mercados de referencia para el sector alimentario a nivel mundial. Y para España
constituye una gran oportunidad para aumentar sus exportaciones.
Es cierto que son ya muchas
las empresas alimentarias de nuestro país que han encontrado en ese inmenso
mercado una salida airosa para sus excedentes de producción. En efecto, en líneas
generales podemos afirmar que España está entre los primeros siete países
exportadores de productos que calificaríamos de representativos -en particular,
pasta, vino, aceite, productos de la acuicultura, cítricos, embutidos y queso-.
En definitiva, aunque el volumen de las exportaciones españolas no sea todavía
en términos absolutos muy elevado,
cada año asistimos a una
mejora constante y significativa, y, sobre todo, hemos de subrayar que los
productos españoles gozan de una excelente reputación.
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