Introducción
Luego de 60 años de rechazo, de tres años de revisión científica de la OMS y de dos años de discusiones diplomáticas, el 2 de diciembre 2020, la ONU reconoció las propiedades terapéuticas de la flor de cannabis. Por decisión del organismo multilateral, el cannabis para uso medicinal fue retirado de la lista IV de la Convención sobre drogas de 1961.
Este avance ha permitido su despenalización para su uso terapéutico
en varios países de Latinoamérica y, paralelamente, se ha identificado la
extraordinaria versatilidad industrial del cáñamo no psicoactivo que consiste
en aceites, resinas, tinturas, extractos crudos u otras innovaciones producto
del desarrollo tecnológico, obtenidas del cannabis no psicoactivo o cáñamo, con
un contenido de THC inferior al 1%, incluyendo, cannabinoides, isómeros, ácidos, terpenos, sales y sales de
isómeros, obtenido del material vegetal como tallos, semillas, cáscaras de
semillas, material leñoso, u otro material foliar como biomasa.
En la actualidad de es de gran interés
el uso de los derivados como materia
prima en la industria alimentaria (ver Figura 1), una vez que se ha comprobado
que las semillas de cáñamo y sus derivados (como el
aceite, y la harina) presentan un contenido en: Ácidos grasos poliinsaturados
(PUFAs) con bajas concentraciones de ácidos grasos saturados; Proteínas con un
contenido excepcional de aminoácidos que contienen azufre, es decir, metionina,
cisteína y arginina, además de su contenido de vitaminas y minerales, lo que le
confiere un gran valor nutricional utilidad en la industria de alimentos.
El reconocimiento de sus potencialidades para su uso en alimentos y suplementos es un tema que está actualmente en discusión, considerando que al ser productos destinados al consumo humano son de interés sanitario para las autoridades sanitarias nacionales y debe ser regulado. En este sentido, Latinoamérica presenta avances importantes en esta materia, países como Colombia, Ecuador, Uruguay, Chile o Paraguay han desarrollado con diferentes grados progresos o están desarrollando como Argentina, normativas que autorizan el uso industrial de cáñamo en alimentos, bebidas y suplementos alimenticios.
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